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DISCIPULADO

El Discipulado de Jesús

La meta de Jesús era alcanzar al mundo y somos testigos de que lo logró a través del discipulado, pero ¿Por qué el discipulado de Jesús fue tan exitoso?

 

Para empezar, ¿Qué es para ti el discipulado? Para muchos, la primera imagen en su mente al pensar en discipulado es un grupo de personas sentadas frente a un expositor que enseña una clase, para otros es una serie de pasos que tuvieron que realizar al llegar a la iglesia y otros, simplemente frente a esto tendrán más preguntas que respuestas. El discipulado no es una estrategia más, no es solamente una clase, el discipulado no es hacer eventos y no es solo un paso por el cual llegamos a tener un cargo en la iglesia.

 

Entonces, ¿Qué es el discipulado?

 

La Biblia nos dice que un discípulo es un aprendiz, uno que se identifica con las enseñanzas

de su maestro y las sigue. Hoy en día, nuestro concepto de maestro y alumno connota una relación formal e intermitente, pero el discipulado de Jesus consistió en entablar una relación en la cual no solamente enseñó, sino que también compartió su vida como el ejemplo mismo de lo que quería enseñar. “Jesús no pidió a nadie que hiciera o fuera algo que Él no hubiera mostrado antes con su propia vida” (Plan supremo de evangelización).

 

Uno de los elementos esenciales del proceso de discipulado es que se produce en un contexto relacional, del mismo modo que Jesús escogió a doce hombres para que estuviesen con él, el discipulado debe ocurrir en comunidad donde los individuos puedan ser conocidos y conocer bien a los demás, Salomón declaró este principio muy bien, “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27:17).

 

¿Cómo se hace un discipulado?

 

El hacer discípulos no es algo que simplemente sucede, es un proceso muy intencional

y específico que requiere de planeación, tiempo y oración. Es un proceso por medio del cual los cristianos imparten sus conocimientos y experiencias con el Señor mientras comparten su caminar juntos en la vida. Mediante este proceso, a cada nuevo discípulo se le da conocimientos básicos y habilidades necesarias para crecer más en una vida de relación con Cristo.

 

Deseamos seguir las instrucciones de Pablo a Timoteo, “Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros” (2 Timoteo 2:2). Nuestra intención nunca debe ser quedarnos con el regalo más grande que el mundo ha visto, sino que debe ser compartido. Por esto el discipulado de Jesus fue tan exitoso, porque los discípulos recibieron de Jesús todo lo que necesitaban para permanecer en Él, y ellos dieron estas verdades a otros, que también fueron y le dieron a otros y así sucesivamente.


Lo cierto es que “el mundo busca desesperadamente a quien seguir. Que seguirán a alguien es seguro, pero ¿será alguien que conoce el camino de Cristo, o alguien como ellos mismos que los conduzca a tinieblas cada vez mayores? Este es el problema decisivo de nuestro plan de vida. La importancia de todo lo que hacemos espera su veredicto y, a su vez, el destino de las multitudes está sobre la balanza” (Plan supremo de evangelización p.103).

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