Usualmente cuando nos hablan de adoración pensamos en un culto lleno de música y oración, esta idea no es incorrecta, sin embargo esto es una expresión externa de la adoración que puede o no ser un reflejo de la condición del corazón hacia Dios, muchos cantan pero no todos adoran. Esto se ve reflejado en lo que Jesús enseña en Mateo 15:8: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mi”. 

 

Ahora, tener conocimiento de Dios no es igual que conocer a Dios, cuando alguien de verdad conoce a Dios, su vida se verá transformada y naturalmente valorará y atesorará a Dios por encima de todas las cosas. Adoramos a Dios auténticamente cuando lo conocemos de verdad y lo atesoramos debidamente, recordemos que la mejor manera de entender la adoración es pensar en lo que es más importante para nosotros. 

 

Pero la adoración no puede quedarse solo en el corazón sino que debe ser exteriorizada, la forma más común de adoración pública son los cánticos, sin embargo, no es la única manera de expresar este sentir del corazón. Romanos 12:1 dice: “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que Él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a Él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo”.

 

Aqui Pablo insta a que entreguemos nuestro cuerpo como instrumento para el servicio del Señor, es decir, cada acción de nuestra vida diaria debe ser un reflejo de cuánto valoramos y atesoramos a Dios, sabiendo que cada alimento, cada vaso de agua, cada atención, cada visita y cada cuidado a un hermano necesitado es como hacerlo con Jesús mismo, (Mateo 25:34-40).

 

Esta forma de expresar la adoración a Dios siempre requiere sacrificios. Hebreos 13:15-16 dice: “Por lo tanto, por medio de Jesus, ofrezcamos un sacrificio continuo de alabanza a Dios, mediante el cual proclamamos nuestra lealtad a su nombre. Y no se olviden de hacer el bien ni de compartir lo que tienen con quienes pasan necesidad. Estos son los sacrificios que le agradan a Dios.”

 

Por supuesto, el sacrificio es un eco de los sacrificios del Antiguo Testamento que formaban el centro de la adoración judía, por medio de los cuales se buscaba demostrar temor y adoración a Dios al entregar algo de valor, de igual manera en la actualidad Dios espera sacrificios de nuestra parte, solo que esta vez en lugar de sacrificar animales, espera que entreguemos nuestro ser en servicio como sacrificio agradable a Él.

 

Recapitulando, dos cosas se convierten en actos de adoración: Las palabras que salen de nuestra boca en respuesta a quién es Dios y los actos de servicio a Su obra como evidencia de que entendemos el gran valor de Dios en nuestra vida. La esencia de la adoración es conocer a Dios verdaderamente y luego responder desde el corazón a ese conocimiento, valorando, atesorando, apreciando y disfrutando a Dios sobre todas las cosas terrenales.